En este post, queremos mostrar algunas de las técnicas de relajación para niños de infantil.
Evidentemente, en esta etapa hablaríamos de “juegos de relajación” más
que de técnicas. Con ello queremos resaltar el hecho de que este tipo de
intervenciones guiadas por los padres o profesores deben ser, ante todo, vividas y
entendidas por el niño como un juego.
Más adelante, a partir de los 6
años, podemos ya introducir diferentes técnicas más estructuradas en
función de las necesidades de cada caso.
Con los más pequeñitos, nos
ayudará tener un entorno tranquilo, silencioso. Podemos trabajar la
relajación justo antes de empezar a dormir, en la cama, y facilitarle
así su transición al sueño. La forma en que debemos aplicarla es
básicamente a través de los cuentos. Podemos utilizar, por ejemplo, el
cuento de la tortuga y la liebre. El cuento narra la historia de una
liebre que retó a una tortuga a efectuar una carrera. Convencida de su
superioridad, la liebre empezó a correr y se dispuso a esperar la
tortuga justo antes de cruzar la meta y así poder reirse de ella. La
tortuga fue llegando poco a poco pero, cuando llegó, la libre se había
dormido…
A partir de este relato se le puede pedir al niño que
haga de tortuga (respirar lento, mover brazos y pies lentamente, meterse
en su casa y permanecer quieto unos instantes…) o de liebre (respirar
rápido, agitar brazos y pies…). El cuento debe acabar que gana la
tortuga y el niño efectúa las respiraciones lentas y relaja todas las
extremidades. Al final la tortuga se mete en su casa, apaga la luz y se
dispone a descansar para recuperarse y empezar el día bien…
Los
cuentos pueden variarse utilizando otros animales (elefante-hormiga;
gato-ratón; etc..) o situaciones pero buscando siempre que el niño tenga
que imitar ciertos comportamientos antagónicos (lento-rápido;
ruido-silencio; tenso-relajado, etc).
Podemos utilizar también
algún objeto o juguete para ayudarle a identificar tensión-distensión.
Por ejemplo una pequeña pelota de goma colocada en su mano y haciendo
los ejercicios apretando y aflojando la presión sobre la pelota. Otra
opción es utilizar algún peluche de su preferencia.
Los
ejercicios de respiración (aprender a inspirar por la nariz y expirar
por la boca de forma pausada) lo podemos hacer también diciéndole al
niño que se imagine que es un globo que lentamente se va hinchando (le
damos también instrucciones para que vaya alzando los brazos al tiempo
que se hincha) para después deshincharse (expirando el aire y bajando
lentamente los brazos).
A medida que se va haciendo mayor podemos
introducir imágenes y sensaciones, por ejemplo, que el niño piense en
sus colores, juguetes, situaciones o personas favoritas que le ayudan a
sentirse bien y, también, instrucciones del tipo “Estas muy relajado y tranquilo” o “Nota como sientes un calorcito muy agradable en tus brazos o piernas…”
En definitiva, deberemos ir probando diferentes recursos para adaptarnos a las características de cada niño.
En
esta primera etapa el objetivo es más que el niño se empiece a
familiarizar con algo que se llama “relajarse” que no a conseguir
resultados espectaculares respecto a las áreas que queremos mejorar.
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